
Hoy os traemos un pedacito de sol, mar y muchas emociones bonitas desde Ibiza, donde se ha celebrado la primera edición de nuestro programa de descanso y desconexión para familias con peques y adolescentes con cáncer: “Islamiento”. Un viaje que parece una escapada… pero es mucho más. Es medicina del alma, un tratamiento revolucionario hecho de abrazos, chapuzones, risas, miradas cómplices y cariño en estado puro.
¿Cómo nació Islamiento?
En 2009, nuestro compañero Carlos viajaba cada semana de Ibiza a Madrid para hacer su voluntariado en el hospital con Fundación Aladina. Allí conoció a Gabi, una niña muy especial. En 2013, Carlos la invitó —junto a su hermano y su mamá— a pasar unos días en Ibiza. Ese viaje no fue solo un viaje. Fue descanso, alegría y mar. Fue vida.
A partir de ahí, lo tuvimos claro: cada año, una familia viviría ese regalo. Un respiro entre tanto dolor. Una pausa que cura. Y Carlos sería nuestro guía en su isla. Uno de esos años, Telma y su mamá vivieron su propio Islamiento. Fue su último viaje, y fue inolvidable. Lleno de luz, de abrazos y de mar.
Después de aquella experiencia, Carlos tuvo una idea mágica: un “prospecto médico” poético con instrucciones como:
“Composición: rayos de sol de Ibiza y Formentera”
“Modo de administración: sumergirse en aguas cristalinas”
“Efectos secundarios: calma, sonrisas, esperanza”
Y así decidimos poner en marcha el primer programa de Islamiento llevando a las primeras siete familias.
Aventuras que curan
El recibimiento fue mágico: bolsas llenas de detalles pensados con mimo, una carta de bienvenida con receta incluida (“composición: 100% cariño y alegría”) y el famoso “prospecto médico” que prometía desconexión total. Y cumplió su palabra.
Cada plan ha sido una experiencia inolvidable, pensada para cuidar, sostener y mimar a quienes más lo merecen. La isla nos regaló de todo:
– Excursiones en catamarán rumbo a Formentera, con chapuzones que sabían a libertad.
– Juegos organizados donde volvimos a ver reír a carcajadas a adolescentes que hacía tiempo que no sonreían con tanta fuerza.
– Cine al aire libre en la muralla del casco antiguo de Ibiza, solo para ellos. Un privilegio que nos dejó con la piel de gallina.
– Un día muy especial en la playa de Ushuaïa, donde normalmente no se permite el acceso a niños. Pero ese día, todo fue posible. Y ellos lo vivieron como estrellas.
Historias que no se olvidan
Cada familia llegó con su mochila —no solo física, también emocional—. Y cada una nos regaló una historia que llevaremos para siempre:
– José Rodolfo, feliz en el mar.
– Marcos, cruzó el agua con valentía.
– Matías, recuperado justo a tiempo para venir.
– Hugo, necesitaba ese respiro.
– Valeria, sonriendo de oreja a oreja.
– Padres que nos confesaron que nunca antes se habían sentido tan comprendidos.
Como dijo la mamá de Martina:
“Nunca nadie nos entendió así. Ni nuestra familia sabía lo que estábamos pasando. Pero vosotros nos habéis hecho sentir comprendidos. Y eso… no tiene precio.”
Palabras que lo dicen todo
Este “Islamiento” ha sido eso: una isla en medio del caos, un lugar donde respirar y recordar que, por encima de todo, seguimos aquí. Juntos. Con fuerza, esperanza y amor.
Nos llevamos frases que guardaremos siempre
“Gracias, Aladina, por este viaje inolvidable lleno de alegría y sorpresas. Ha sido un placer haber conocido y compartido con personas tan especiales que recordaremos siempre. Gracias a todo el equipo de la Fundación Aladina.” – nos contaban los padres de Matias.
“¡Genial todo! Hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien en un viaje.” – nos agradecía así Marcos, unos de los adolescentes que disfrutó de este programa.
“Muchas gracias, Aladina por este viaje inolvidable lleno de alegría y sorpresas y poder compartir con familias que pasan por situaciones parecidas a las nuestras. Ha sido un placer compartir con todos vuestras familias. Y nuevamente mil gracias Aladina y buen retorno a casa a todos.” – nos agradece así José Rodolfo, otro de los adolescentes que disfrutó de este programa.
Gracias a todo el equipazo que ha convertido este viaje en pura magia. Nosotros ya hemos vuelto, pero os prometemos algo: este viaje no se termina aquí. Ya forma parte de quienes somos. Porque cuando una experiencia toca tan hondo, se queda para siempre. Esta experiencia se une a todos los programas de apoyo emocional que ofrecemos en Aladina para impulsar el bienestar emocional de los niños y adolescentes que luchan contra el cáncer.
¡Volveremos! Y con más familias. Más sonrisas. Más abrazos.